La habitación del cuadro
La habitación es un dormitorio, es notorio, pues se cuentan cuatro patas, un somier y un colchón.
Esta es su distribución; al frente la puerta, a la izquierda la ventana, a la derecha el armario, al fondo la cama.
Desde esta veo la parca decoración, presentes un espejo, un armario, un cuadro y un arcón.
Reparo, paseando la mirada, en que la luna del armario con el espejo hace reflejo.
Y aquí empieza lo divertido de la decoración de esta sencilla habitación.
El único cuadro no se refleja en el espejo de encima del arcón, pero se asoma al espejo por el reflejo de la luna del armario.
Así pues, el humilde cuadro se convierte en dos, ya no está solitario.
Avanzo la mirada siguiendo del reflejo el itinerario, y descubro que el cuadro se refleja una vez más en el espejo del armario.
Ya no como reflejo del reflejo del espejo del arcón, sino que lo hace gallardo y directamente, frente por frente.
El cuadro, que no es gran cosa, se sabe hacer presente, reflejado en su reflejo nuevamente.
Ahí donde lo ves, por el juego entretenido del espejo y el reflejo, donde antes había un cuadro, ahora hay tres.
Me hace gracia este divertimento de la decoración, y me viene a la cabeza el dicho aquel…
“El dinero no hace nada bonito, pero si lo hace la imaginación”.
¡Demonios, si me ha parecido que había overbooking de cuadros y espejos!.
Me gustaMe gusta