Las cortinas del taller

 
 

 Las cortinas del taller

 

 

Lo primero que notas es que la puerta no abre del todo, vosotros no lo sabéis, porque no habéis estado nunca dentro, pero es que detrás de la puerta se amontonan diversas maderas. “Les maderones” esas que aun hay que llevar  a la sierra grande, y algún día, terminaran yendo, algún día….Entrar, que os haré de guía de este pequeño microcosmos de caótico orden que es el taller.

El olfato nos presenta de forma agradable el oficio que aquí se trabaja.  Olores a maderas diferentes, nos llegan en tropel. La pituitaria se desconcierta entre tantas, aunque algunas las acierta. Olores de cedro, de pino, de embero, aroma de castaño, de tejo, de roble viejo. Todo en el taller es una miscelánea. La luz  tibia, difuminada que entra por las ventanas, cubiertas por cortinas variadas, cada una de su padre y su madre, y por mor del polvo hermanadas , dejan ver, bancos de trabajo, maquinas arcaicas, herramientas unas viejas, otras nuevas, otras por el propio artesano inventadas. Cajas de cosas, con cositas dentro, cajas de madera de diferentes tamaños, con cuerdas, con clavijas, con espadillas, al parecer en su apilamiento ordenadas. Un mar de virutas, que van de un lado a otro saltando del torno. Van donde quieren, no tienen ninguna ruta, se posan en el banco, en el ultimo rabel terminado, sobre el bog recién cortado, algunas mas alegres, sobre el pelo del artesano. El Luthier (cielos ¡¡¡ aun no os lo he dicho) es este chico que canturrea, mientras le da forma a la madera. Eso que se trae entre manos será una zanfoña. Un hermoso instrumento medieval, que cuando las manos de Daniel terminen con el, volverá al presente viejos sonidos antaño harto conocidos. Los traerán, de nuevo a la vida“el perro”, “las cantoras”,” la mosca”, nombres viejos para viejos tipos de cuerdas, de las que ya casi nadie se acuerda. Pero desde el Pórtico de la Gloría, pasando por la Cogolla, en todos los tímpanos vienen representados, formando parte de la orquesta celestial. Músicos con instrumentos extraños, poniendo banda sonora al juicio final.

Pero tornemos al taller, esta ahora Daniel, ocupado en realizar el tallado de la cabeza de una mujer, creo que alguien de fuera de las Asturias le ha encomendado ese trabajo para remate de una viola medieval. Mientras pasa la tarde en este menester, escucha música de trovas, de bardos, canciones viejas. Siempre hay sonidos que conocer, que apreciar, que aprender, tal vez para en su momento volverlos a recrear.

 Esta tallando tranquilamente, que bien tallan sus manos, manos fuertes, de artesano, seguro en su oficio. Como pasa el tiempo, aun me acuerdo cuando empezó, era un crío. El y su oficio han ido creciendo juntos a la par durante este tiempo, haciéndose el uno al otro, y poco a poco, dando carisma y un nombre al taller.

Suena un toc-toc en la puerta. Es Maria Teresa su mujer, su dama, su señora. Trae en las manos un paquetito, algo plegado. Hola Dani, la oigo decir. Te traigo las cortinas que cosí con mi madre,(ni que decir tiene, que a mano), para que quites esos pingajos que cuelgan de esas ventanas, (se refiere a unas muy viejas, que en su momento serian de tela, ahora parecen de cartón piedra). Madre¡ exclama, no se ni como puedes ver¡¡. ¿Que cortinas están mal? Le retruca Daniel. El, que no deja escapar ni la mas mínima en una  taracea, que afina la madera hasta la suavidad del terciopelo, que hace encaje con la mas fina laceria, no se fija en la traza de lo que le rodea….A ver, pregunta Maria Teresa. Donde las puedo poner que no se me manchen antes de colgarlas?. Daniel aparta una pila de planos, calibres y reglas de encima de una mesa, un organistrum esta dibujado, con medidas, y anotaciones variadas.“Aquí” contesta”. Estira Maria Teresa la tela, y la va colocando las anillas, mientras le pregunta, preguntas cotidianas de la vida en pareja. Que? Como ha ido el día?, te ha cundido? “Si, bueno…” es la respuesta de nuestro artesano, que siempre que tiene que valorar el tiempo en su trabajo se queda dubitativo.

 Limpia la ventana, que no voy a poner las cortinas limpias con unos cristales sucios. Y Daniel, obediente el, los limpia, “Joe¡¡¡no sabia que tenían tanta porquería”, como se acumula el polvo en este taller”. Las cortinas blancas, lindamente rematadas por una pequeña tira bordada, lucen junto a sus hermanas, la luz se dispersa alegre y nueva también. Mejor así, no? Pegunta ella.”Si, si, claro”, le contesta el. Ya terminaste por hoy Daniel?, el se para mira la viola y asintiendo con la cabeza dice si…..Pues ¡hala¡, que allá que nos vamos los tres a tomar unas sidras, para rematar el día,( bueno podéis venir vosotros, también si queréis). Cierro la puerta, quedan descansando hasta mañana, las maderas, las piezas, los instrumentos. El trabajo por hoy esta terminado, y colorin colorado, este cuento acabado.

 

A Daniel, mi hermano suplente, y a Maria Teresa también.

 

4 Responses to Las cortinas del taller

  1. yo misma dice:

    Ay!!!… que bonito! el olor, el taller, las cortinas, Dani y cómo lo escribes…!

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  2. silvia dice:

    Me parece que nunca se me habría ocurrido describir así un lugar.Me fascina, Marta eres especial ;-)Sabes que tienes muchos dones pero el de escribir creo que es de los mejores,PD: hasta que no me demuestres lo contrario, jejeje.Se que eres la mejor restauradora que he conocido, pero sobre todo una bellisima persona.

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  3. Yolanda dice:

    Marta, esto lo escribiste tú?, me pareció precioso y me puso los pelos de punta y eso solo me pasa cuando hay algo que me emociona. Si es tuyo me has dejado impresionada, eres increible y debajo de tu apariencia de dura eres una dama muy sensible y de buen corazón.

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  4. Taliesin dice:

    Hola Yolanda, si lo que hay en el blog lo escribo yo, por mas que mi "pinta" no de pista de ello. Bienvenida a esta casa de letras, que no de madera. Un beso.Taliesin (Marta)

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